Seguro que más de una vez has escuchado que se debe airear u oxigenar el vino. ¿Pero que significa airear el vino? ¿Es realmente necesario?
Se considera que estamos aireando un vino cuando descorchamos la botella y el líquido entra en contacto con el aire. ¿Por qué hay que hacerlo?
Cuando se abre un vino y se sirve en las copas, el vino está en calma, ha estado muchos años parado, y los aromas se quedan escondidos y cuesta sacarlos.
Una vez lo sirves en la copa, sino lo has agitado, no saldrán todas las facultades, aromas o defectos del vino.
Os traemos tres motivos:
1º Para separar los posibles sedimentos que haya en el contenido de la botella, esto ocurre sobre todo en los vinos de larga crianza.
2º Para eliminar ciertos malos olores que haya en ciertas botellas, al entrar en contacto con el oxígeno estos olores desaparecerán y saldrán los verdaderos aromas del vino.
3º Sería para abrir el vino, esto sobre todo ocurre con los vinos jóvenes que tienen una intensidad aromática más breves y con este proceso lograremos potenciarla.
Una buena practica para que se airé el vino es el uso de un decantador.
Hay bastantes tradiciones en cuanto a la decantación, en el primer caso, se suele dejar la botella inclinada a 45º y se va echando poco a poco con el decantador con una vela por debajo, para que se vea la luz que proyecta la vela, para ver si los nitratos se quedan en el fondo de la botella.
Hay que verter despacio, de una manera tranquila, para que no se vayan esos sedimentos al cuello de la botella, tampoco dejándolo caer desde mucha altura, 5-6 cm desde la botella hasta el cuello del decantador, una caída muy fluida que no haga burbujas en la botella.
Sin embargo, no es conveniente decantar todos los vinos y hay ciertos vinos en los que airearlo demasiado puede ser perjudicial, por lo que siempre es importante saber con qué tipo de vino estamos tratando y como tiene que saber.
Cuando se abre el vino, el primer soplo de olor, el primer vistazo, es el propio vino ya te dice si merece la pena decantarlo.
